La casa abandonada en el comienzo del monte.
Cuando la autopista invadió las profundidades
de la isla, semejaba una cicatriz
que partía el desierto, que desgajaba
los conos volcánicos de las laderas.
En esta casa las ventanas estarían abiertas
y nosotros, desconocidos entonces, ignoraríamos
que varias décadas después habríamos de bordear
estas paredes, nos fotografiaríamos en un intento
de perpetuar la risa, el roce clandestino
de la piel, de la caricia de la bruma
sobre los cuerpos desnudos.
Y contemplaríamos los valles donde habitan
los hombres. Te dije:
“Debo seguir pensando acerca de esto”.
1 comentario:
Este poema, como la cita final, no se me acaba nunca. Quiero decir, quiero expresarme... y no acabo de fijar la idea. Yo creo que la clave son los verbos, el condicional de los verbos.
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