lunes, 28 de marzo de 2011

TESS GALLAGHER




Tess Gallagher escribió El puente que cruza la luna (Bartleby Editores, 2006, en traducción de Eduardo Moga) tras la muerte de su marido Raymond Carver. De vez en cuando, paso los dedos por la sección de poesía contemporánea de mi biblioteca y suelo pararme en ese libro. Inevitablemente, siempre acudo a este poema.


FRÍA Y CRECIENTE

Paseamos despreocupadamente por las tiendas del muelle,
a la espera de cruzar con
el ferry; aún no sabemos
que te estás muriendo. Pero sostengo aquel chal, largo y negro,
y admiro cómo se enlaza al cuello, cuánto me favorece, frío
como el canto de un pájaro en la nieve, parcial
y del que nos desvanecemos. No tenías miedo y
te ofreciste a comprármelo. Y no nos dimos
cuenta de demasiado al pagar,
ni cuando me pusieron en las
manos aquella sencilla guadaña de tela.

Recuerdo haberlo sacado hace poco
del cajón, y su crujiente negrura, y el
quebrarse de sus extremos a la luz diurna, igual que la muerte
nos quiebra a nosotros, o grita contra sí
hasta que un hormigueo embosca a la habitación, y lo único que podemos hacer
es negarnos a seguir ese arrebato de irretorno.
Pero ya no me quedan fuerzas para eso, como dice la luna creciente
de su pleno perfil pétreo. Esta noche la luna es rubia.
Su luz oblicua se inclina para burlar
a la oscuridad. Por eso está él ahí: para entregarme
el chal blanco, bordado junto a algún extinto hogar.
Cuando me lo extiende por los hombros,
me agacho suavemente
y me dispongo a dormir otra vez en la tierra.

(Traducción Eduardo Moga)

jueves, 24 de marzo de 2011

MEDIODÍA EN LA CUMBRE DE EL CEPO (I)



*
el eucalipto
muestra las raíces
entre la niebla

*
en el sendero
un incienso de mar:
acantilados

*
dos mariposas:
el sonido del mar
tras los helechos

*
una tabaiba
en el acantilado:
la tierra roja

*
entre las piedras
una tela de araña:
restos de fuego

viernes, 18 de marzo de 2011

KAVAFIS

Aguardaba sentado en la barra
cuando entró la mujer y pidió un café solo.
Con desenvoltura abre el bolso
y se perfila los labios. Sonríe
al espejo con seguridad y algo de soberbia.
Su cuerpo, su olor todo lo ocupan.
Recordé, entonces, un poema de Kavafis.
Me levanto y entro en la tarde.

CAROLINE SAYS

Llevo todo el día con esta canción en la cabeza y la verdad es que no sé muy bien por qué.
¿Qué imagen fugaz? ¿Qué sonido inaudible? ¿Qué palabra? ¿Qué recuerdo, qué ansia, qué deseo? ¿Qué provoca que algo ronde nuestro pensamiento hasta convertirse en una obsesión?
Lou Reed me ha acompañado toda esta tarde o, más bien, debería decir que ha sido Berlín quien me ha llenado de melancolía, de introspección. Siempre lo hace. Pero, de entre todas las canciones de ese disco fundamental, esta, siempre esta: Caroline says.
Vuelvo con cierta frecuencia a este álbum. Me golpea y necesito revivir la historia de Caroline, pero, al igual que Lou Reed cuando escribió esta obra, no he estado jamás en Berlín. O quizás sí.



lunes, 14 de marzo de 2011

INSOMNIO



En las noches de insomnio
entro en el cuarto de mis hijos,
me siento en el suelo
y los oigo respirar.

jueves, 10 de marzo de 2011

JOSÉ CORREDOR-MATHEOS



Ahora que Tusquets Editores acaba de publicar la obra completa de José Corredor-Matheos, Desolación y vuelo. Poesía reunida (1951-2011), me viene a la memoria una anécdota de hace algunos años.
Supe que la biblioteca municipal del pueblo donde vivo estaba deshaciéndose de libros que no podía, no sabía, no valoraba. Sin mucha convicción me acerqué para constatar que mi viaje había sido en vano. Unas cuantas cajas en el suelo, mucho libro de autoayuda, best-sellers pasados de moda, libros infantiles. No es literatura si digo que llegué en último lugar a una caja cerrada: nadie la había abierto hasta entonces. Mi sorpresa, mi alegría fue encontrarme con unos treinta ejemplares -alguno de ellos repetidos- de la mítica Colección Ocnos de Barral Editores. Agarré con fuerza aquella caja y me la llevé entera para mi casa sin pedir permiso, sin indicárselo a nadie, temiendo quizás que fuera una equivocación.
Regalé a un amigo los libros repetidos y guardé, como uno de mis tesoros más preciados, el resto y les busqué un lugar preferencial en mi biblioteca. Pero, de todos ellos, tengo uno como refugio y por ello vuelvo y vuelvo a él en tiempo de necesidad: Carta a Li Po de José Corredor- Matheos. Sus versos me llenan de espiritualidad, me reconfortan y me dan sosiego. Años después, cuando conocí a su autor, pude cerciorarme de una obviedad: aquellos poemas trascendían lo literario y se encarnaban en lo personal, en el poeta. Carta a Li Po es un libro fundamental y José Corredor-Matheos un escritor imprescindible.

Me recuesto en la orilla.
Sin darme cuenta trazo
sobre la arena húmeda
signos que no conozco:
viene el agua y los borra.
Cruza una barca sola,
con músicas y risas.
Absorto ante las aguas
olvido mis preguntas.
Yo soy árbol, montaña;
yo soy río, y olvido.

BENIJO



Hace años que no iba por este rincón de Anaga y, desde hace meses, necesitaba y planeaba el retorno, aunque unas causas u otras siempre lo impedían. Pero he aprovechado estos días para reencontrarme con la magia de este enclave, para llenarme de fuerzas telúricas, para devorar el aire y respirar; aquí, en uno de los pocos refugios espirituales que aún resiste en esta isla.
Los temporales del invierno han provocado multitud de derrumbes, los senderos están casi sepultados, la arena de la playa se ha visto reducida, pero la luz, los contrastes de colores, el viento, el riachuelo, el mar encabritado y la tormenta que se acercaba,...

sábado, 5 de marzo de 2011

MELISSA ALDANA

Aviso para navegantes. El próximo jueves 10 de marzo, a las 20:30, en el Lago Martiánez (Puerto de la Cruz), la saxofonista chilena Melissa Aldana mostrará todo su talento. Posiblemente, una oportunidad única. Y más si les digo que la entrada será gratuita...


viernes, 4 de marzo de 2011

ASÍ EL HAIKU (Una aproximación al silencio)


*

Ha amanecido hace apenas una hora. Claridad pero los rayos aún no han llegado a la montaña. Desde la base hasta la cumbre, mil metros de altitud; apenas dos kilómetros y medio de longitud. El ascenso es lento y cansino. Los pies se hunden en la zahorra, en la arena desprendida. El paisaje árido de las erupciones. En la soledad, sorprenden los conjuntos de retama. La sombra del volcán. Primer descanso junto a un cono. La belleza del comienzo de la vida. Zumbido de moscas. Un cernícalo. Después el camino serpentea y son necesarios los apoyos para no retroceder. El aire pesa, la respiración se agita, la sangre se agolpa en las sienes. Un nuevo descanso junto a un conjunto de rocas. Un refugio a barlovento. Abajo la contemplación del valle, del circo de montañas que marca el linde entre el bosque y la arena. Última acometida. La cabeza baja. Los ojos se mueven al ritmo de las pisadas, siguen las sombras. Una mirada hacia la cumbre. No se vislumbra. Cercanía. Los pasos mantienen la cadencia. Pronto la cumbre. La planicie. El viejo volcán dormido. La montaña al alcance de la mano. El sol llegó a su cenit hace unas horas. La respiración comienza a calmarse. El paisaje en derredor de la isla. Las nubes, el mar, el viento. Silencio.


*

La ola rompe en la playa, arrastra la arena y devuelve callaos. El rugido del mar de invierno junto a las gotas de salitre. Las gaviotas sobre la arena. Huellas.


*

El paisaje del espíritu, ¿cómo ha de oírse?


*

El haiku es un estado de ánimo. El espíritu no puede aprehender lo sagrado de la naturaleza si no observa el silencio; desde el silencio; con el silencio; en el silencio.


*

Así el haiku.