Este año ha tardado más: las lluvias intensas y continuas han sido la causa. Pero, con un mes de retraso, la floración ha estallado y El Teide se ha llenado de colores y del zumbido incesante de las abejas. Retamas, retamones, tajinastes... todo lo ocupan en un día claro que resalta los sentidos.
Cerca del Llano de Ucanca, en un ladera de la vertiente sur, una colonia inmensa de tajinastes -quizás unos trescientos- algunos de gran tamaño, se mostraban en todo su esplendor. No recuerdo haber visto tantos juntos. Constrastan con los esqueletos de los florecidos el año pasado. Esplendor y muerte.
Si se cierran los ojos, parece que vuelve la niñez.
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