Ahora que Tusquets Editores acaba de publicar la obra completa de José Corredor-Matheos, Desolación y vuelo. Poesía reunida (1951-2011), me viene a la memoria una anécdota de hace algunos años.
Supe que la biblioteca municipal del pueblo donde vivo estaba deshaciéndose de libros que no podía, no sabía, no valoraba. Sin mucha convicción me acerqué para constatar que mi viaje había sido en vano. Unas cuantas cajas en el suelo, mucho libro de autoayuda, best-sellers pasados de moda, libros infantiles. No es literatura si digo que llegué en último lugar a una caja cerrada: nadie la había abierto hasta entonces. Mi sorpresa, mi alegría fue encontrarme con unos treinta ejemplares -alguno de ellos repetidos- de la mítica Colección Ocnos de Barral Editores. Agarré con fuerza aquella caja y me la llevé entera para mi casa sin pedir permiso, sin indicárselo a nadie, temiendo quizás que fuera una equivocación.
Regalé a un amigo los libros repetidos y guardé, como uno de mis tesoros más preciados, el resto y les busqué un lugar preferencial en mi biblioteca. Pero, de todos ellos, tengo uno como refugio y por ello vuelvo y vuelvo a él en tiempo de necesidad: Carta a Li Po de José Corredor- Matheos. Sus versos me llenan de espiritualidad, me reconfortan y me dan sosiego. Años después, cuando conocí a su autor, pude cerciorarme de una obviedad: aquellos poemas trascendían lo literario y se encarnaban en lo personal, en el poeta. Carta a Li Po es un libro fundamental y José Corredor-Matheos un escritor imprescindible.
Me recuesto en la orilla.
Sin darme cuenta trazo
sobre la arena húmeda
signos que no conozco:
viene el agua y los borra.
Cruza una barca sola,
con músicas y risas.
Absorto ante las aguas
olvido mis preguntas.
Yo soy árbol, montaña;
yo soy río, y olvido.
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