jueves, 19 de abril de 2012

ABISMO

Oscurecía en la autopista. El padre delante. El hijo detrás.
Uno atento al horizonte, a las nubes rosas,
a un cielo cada vez más distante.
El otro sumido en sus juegos, en un universo virgen, creciente.
El padre comienza a narrar historias del abuelo,
del bisabuelo, de las tías, de él mismo.
Historias que deberían repetirse para que no cayeran en el abismo.
Rasgos genéticos, sangre.
¿Me escuchas lo que te digo?
El niño asiente, pero sus labios cruzan otras carreteras.
El padre, no obstante, continúa su relato mientras recuerda
cómo la anciana se sentaba a su lado en el sillón de orejas.
Ella le hablaba del dolor, de la pérdida, del abandono.
Y él, con cuatro años apenas,
le acariciaba la mano y contemplaba el llanto.

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