domingo, 25 de marzo de 2012

VAHO

Echaba vaho sobre el cristal de la casa
ya abandonada en la que compartimos
meriendas y silencio.
Ahora solo la iluminan unas velas.
En las noches de invierno, vuelvo siempre allí,
apoyo la frente en el frío del cristal,
echo vaho y escribo tu nombre.
Tú y la casa sepultados por el olvido.

2 comentarios:

Rocío dijo...

Es precioso.

Neus dijo...

¿Por qué esa atracción por el vaho de los cristales, sea por una cuestión térmica natural o por la intención húmeda de nuestro aliento?
¿Será por la página que nos brinda para nuestra escritura? ¿Será por la pizarra efímera que nos permite palabras espontáneas? En el olvido siempre queda un rastro que la transparencia puede recordar.