LEYENDO EN VOZ ALTA A MI PADRE
Escogí el libro al azar
en la estantería, pero con la primera frase
de Nabokov me di cuenta de que no era
lo más apropiado para leer a un hombre moribundo.
Empezaba así: la cuna se mece sobre el abismo
y el sentido común nos dice que nuestra existencia
no es más que un breve destello de luz
entre dos eternidades de oscuridad.
Las palabras nos perturbaron a los dos inmediatamente
y me detuve. Con la música ocurrió lo mismo-
el Concierto para piano de Chopin- me pidió
que lo quitara. Dejó de comer y bebió
un poco, mientras que los tumores se apropiaban
rápidamente de los que quedaba de él.
Pero, volviendo a la cuna que se mece, creo
que Nabokov estaba equivocado. Este es el abismo.
Esa es la razón por la que los bebés chillan al nacer
y los moribundos tienden la mano
a algo que sólo ellos pueden alcanzar.
En el final, no quieren tener las manos
bajo las mantas, y si pusieras su mano
en la suya, en un gesto indeciso
de solidaridad, ellos la retirarían
y deberás respetar ese deseo
y dejarles que la liberen.
Traducción: Hilario Barrero
4 comentarios:
Muy interesante y hermoso, Cori. Gracias por colgarlo y hacerlo visible.
Sí, Antonio. Es un hermoso y demoledor poema de una -hasta ahora- desconocida para mí poeta norteamericana. Tengo que agradecer el descubrimiento a su traductor, Hilario Barrero. Me alegro de poder compartir los versos de Jane Kenyon.
Muchas gracias Coriolano por compartir esto.
No conocía a Jane Kenyon. Qué fallo por mi parte. Cita a Nabokov. Más motivo aún para investigar.
Un saludo.
Gracias a ti, Rocío, por visitar esta casa.
Publicar un comentario