domingo, 8 de mayo de 2011

LA FAJANA



Quizás el espíritu de la isla resida en lugares como los barrancos. Los manantiales fluyen, el agua corre. Quizás sea todo tan simple como abandonarse a la contemplación. Los mirlos cantan y observan. Las cabras en las laderas, la casa en ruinas, la cruz vigilante. Senderos centenarios donde anegarse.
El recorrido desde la cumbre hasta el mar y luego la vuelta. El esfuerzo merece la pena. El cuerpo se agota, sin embargo el espíritu se renueva.
El retorno, el eterno retorno a las raíces. 



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